Sentarse a la mesa de Sabor Muermino es adentrarse en la magia del sur de Chile, donde cada preparación es un deleite para los sentidos. Este encanto gastronómico, ubicado en
Decher #450, una casona histórica en
Puerto Varas, que no solo ofrece los sabores más auténticos de la región, sino que invita a vivir una experiencia sensorial única.
Lo que realmente distingue a esta cocina, es su enfoque estacional, que celebra los productos más frescos y en su mejor punto.
La carta del restaurante se reinventa constantemente, como un lienzo en blanco que durante el año va reflejando la esencia del sur.
A cargo del chef Sergio Barría cada plato se convierte en una obra de arte, transportando a quienes lo prueban a los rincones más secretos y auténticos de la zona.

La experiencia en este restaurant es siempre una sorpresa, adaptándose a lo que la temporada tiene para ofrecer.
Es un ambiente íntimo y acogedor, con solo 12 mesas, que invita al disfrute y la conversación. Emergido en Los Muermos y sumando el apoyo de Pablo Ramírez como socio al proyecto junto a su selecta huerta, el calor de esta cocina ha encontrado su lugar en la histórica casona “Galpón Aire puro”. Su cocina no solo sorprende por la novedad y frescura de los ingredientes, sino por cómo logra combinar tradición histórica y vanguardia culinaria en una propuesta que celebra el paisaje gastronómico de la región.
En cuanto a los platos,
Sabor Muermino ofrece una serie de propuestas que encantan al paladar y, a la vez, son un espectáculo visual. Entre los esenciales del sur, la “panera chilena” con sus distintas variedades de panes caseros acompaña a la perfección cualquier otro platillo. El clasico sureño es el “milcao”, que aquí se sirve con una ensaladilla de picorocos y mayonesa de ajo negro. El “tartar de trucha”, con su fresca ensalada rusa y una espuma blanca de limón, está coronado por un crujiente de tinta de calamar que adorna el plato con flores, creando una imagen digna de ser disfrutada. Para quienes prefieren opciones veganas, el "Jardín de Betarraga" es una sinfonía de texturas y sabores, con hierbas de temporada, gel de damasco, kiwi encurtido y una salsa de coco y perejil.
“El tartar de ciervo” (o liebre, según la estación) es otro de los grandes protagonistas, servido sobre un puré rojo con papas chip nativas. Un plato que también destaca es el arroz caldoso con piure, salicornia fresca y merluza, una receta que tiene sus raíces en la infancia del propio chef y que, gracias a su ejecución impecable, convierte un plato humilde en una delicia sublime que el ojo devora antes que la boca. La versión moderna y deconstruida de los tradicionales “Porotos con riendas”, que refleja los estudios en charcutería marina que Barria aprendió en España, ofrece una experiencia particular que no se puede dejar de probar.
Los postres son el cierre perfecto para esta travesía.
El "Hongo Otoñal", que emula un ecosistema de amanitas muscarias, desafía las expectativas con ingredientes sorprendentes, mientras que la selva negra ofrece una vuelta fresca y sofisticada a un clásico. Y para los más aventureros, las paletas de helado de ajo negro se presentan como un acto final de sabor único, dejando una huella en el paladar que perdura mucho después de abandonar la mesa.

En este rincón del sur,
Sabor Muermino ofrece una experiencia sensorial que captura la esencia mística del sur de Chile. Cada plato es un canto a la tierra, al mar y al bosque, donde el arte culinario se fusiona con las bondades de la naturaleza. Sin duda, este restaurante es una parada imprescindible para quienes buscan descubrir los secretos mejor guardados de la gastronomía austral.
Texto:
Felipe González Castillo
Fotos:
@diente.de.sable