Con más de 20 años de experiencia en el rubro gastronómico, y con un cariño especial por el lugar donde creció y estudió, María Paulina Avilés inauguró en junio de este año La Escuela Restobar, un espacio donde aprendió a leer y escribir, y donde tiene los más hermosos recuerdos de su niñez.
Las oportunidades de la vida son muchas veces impensadas y se tornan mágicas. Y esto fue lo que sucedió con La Escuela Restobar, lugar que permaneció cerrado durante trece años y que hoy recibe a sus visitantes locales, nacionales y muchos extranjeros, a una cuadra de la Plaza de Armas de Pisco Elqui, durante todo el día, y los siete días de la semana.
La primera vez que llegamos a La Escuela Restobar quedamos maravilladas por la energía cálida, los recuerdos de nuestras vacaciones o escapadas al valle y la bella decoración que da vida a este precioso lugar. Cinco son sus espacios, amplios, luminosos, con mucha identidad y con aires de un pasado que agrada a todo visitante: cafetería, terraza, dos salones interiores y galería de arte-tienda.
María Paulina, nos recibió una tarde de sábado, algo nublada pero agradable, haciéndonos sentir como en casa. Sus garzonas, todas muy amables, nos recomendaron las preparaciones estrellas y sí que tenían razón. Comenzamos degustando un grandioso Syrah Gran Reserva 2014 Cavas del Valle para acompañar con unas Empanaditas de charqui con queso de cabra y cabrito con sofrito, quedando encantadas con la combinación de sabores de casa, de campo, de antaño.
La carta de La Escuela Restobar se caracteriza por potenciar la comida casera, utilizando productos naturales y orgánicos del Valle de Elqui. Acto seguido, continuamos con un Cabrito asado al horno con quinoto de queso de cabra, hojas verdes y aderezo. No todos los días se come esta exquisitez, disfrutándolo en demasía. Junto a un Lomo vetado al plato acompañado por Espinacas a la crema. Aplausos a estas preparaciones y al lugar, lo que en suma hace de esta experiencia un momento más que memorable, rodeados por los cerros elquinos y los cielos más bellos y limpios del planeta.
Esperando con ansias el postre, imposible no comer unas ricas Papayas al jugo, típico de la región de Coquimbo y un Macho ruso, con miel de papaya, realmente sabroso, que nunca habíamos comido y que es un legado de la abuelita. Quien acompañó estas delicias dulces fue un Caffe Vergnano 1882, cerrando así un almuerzo sumamente ameno, compartiendo con simpátic@s comensales que se encontraban en La Escuela Restobar.
“Queremos que este lugar sea un referente de la comida auténtica del valle, con una temática distinta, con preparaciones a la olla o en el horno de barro, trabajando la línea gourmet, pero con identidad. Además, queremos que todos entren a la escuela, esta escuela que es de todos, integrando el área cultural, gastronómica y también social”, comenta María Paulina quien, junto a su marido, ambos arquitectos, restauraron el lugar. "La remodelación inicial (cuando pasó de ser la Escuela de Niñas al restaurant La Escuela, años atrás, la dueña pidió el diseño al arquitecto Mathias Klotz. Este año, nosotros lo remodelamos en base al mismo estilo, dado por la remodelación anterior, ya que con el desgaste de los años, se encontraba sin mantención" destaca.
Mesas y sillas en madera, piso tipo mosaico y también madera, terraza con cascada, plantas, mini huerta y sillones en mimbre, salones internos con techo alto, decorado artesanal y vintage, libros y sillones, cafetería y bar íntimos, y una carta acotada, sencilla, pero exquisita. Y por las noches, música en vivo, cócteles, tablas, sándwich y sushi, entre otras preparaciones. ¿Cómo no querer regresar? Les dejamos la invitación abierta a visitar este lugar y encantarse con todos y cada uno de sus detalles. Un siete La Escuela Restobar.
Consumo P/P: $20.000
¡Síguelos!
Facebook: La Escuela Restaurant
Instagram: @laescuelarestobar
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